Me gustaría empezar por Amadeo de Saboya, que tuvo un extensísimo reinado que duró ni más ni menos que... (redoble de tambores)... 26 meses! El pobre no nos aguantó ni 3 años.
Llegó al poder tras el Sexenio Revolucionario, es decir, los seis años siguientes a darle una patada en el culo a Isabel II. Hay que decir que eso es muy español, sobre todo los progresistas: Espartero se la dio a su madre, ahora Prim participa para dársela a Isabel... En fin.
Bueno, en una votación en las Cortes sobre qué hacer, gana el sistema monárquico con 236 escaños, el sistema republicano se lleva 85 (recordad esto, es importante para lo sucesivo) y los pesados de los carlistas se llevan 20.
Había varias opciones: el alemán Fernando de Coburgo, que pasó del tema (sabía lo que se le vendría encima, tío listo); el duque de Montpensier, Leopoldo de Hohenzollern (se lió parda cuando le negaron la Corono, hubo una guerra y todo). Al final, se apuntó Amadeo.
Se vino para aquí, y ya la había liado antes de tocar tierra. Empezando por la muerte de su principal valedor, Prim, que fue un duro golpe, siguió con el rechazo por parte del populacho, como el señor Pepe de Burgos, que le daba la risa. Todo el clero pasaba de él y le odiaba por permitir la libertad de culto (y el bueniño de Amadeo solo cumplía con la Constitución). La aristocracia tampoco lo aceptaba por ser de otro país. Hoy en día, esto sería calificado de bullying xenófobo, ya que le boicoteaban las cenas y los bailes.
Lo mejor de todo, es que esto ocurría mientras el rey solo sabía decir "io no capisco niente", ya que ni papa de español... En fin.
Además, había una inestabilidad política curiosa, porque la muerte del señor Juan Prim y Prats rompió el tripartito existente. Cómo no, por otro lado teníamos a los Carlistas con su guerra, quejándose de que escogiesen a Macarronini I en vez de al excelentísimo 7849275842º descendiente de Carlos María (exagero, pero deberían de olvidarse del tema de una vez). Contaba con la oposición republicana, que no aceptaron los resultados de las Cortes y, por último pero no menos importante, Cuba daba la lata desde el otro lado del océano a ver si se libraban de nosotros.
Amadeo estaba frustrado porque en la Constitución especificaban que el no podía intervenir, así que se había convertido en el silencioso testigo del desastre español. Creo que no hace falta decir que en este momento Dios nos bendijo con la inexistencia de la Bomba H, si no dudo que Amadeo hubiese tenido remordimientos al dejar caer unas cuantas por el país...
El 2 de febrero de 1873, Amadeo nos mandó a soplar bombillas, y con toda la razón. Teníamos un buen rey y lo echamos... Y tan inteligente fue que, por si acaso se nos pasaba por la cabeza, renunció a todos sus derechos en el trono, y los de sus hijos, nietos, bisnietos, tataranietos...
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