Los griegos creían en muchos dioses, su religión era politeísta. Sus divinidades poseían apariencia humana, siendo portadoras, tanto de virtudes, como de defectos. Pero a diferencia de los hombres, eran inmortales y gozaban de poderes sobrenaturales. Dioses y hombres se relacionaban entre sí.
Los héroes eran seres nacidos de la unión entre dioses y mortales. Ejemplos de héroes fueron Hércules o Heracles y Aquiles, éste último, protagonista de la Ilíada, poesía épica escrita por el poeta Homero.
Los dioses griegos vivían en el monte sagrado Olimpo. La narración de su historia recibe el nombre de "mitología".
Los dioses fijaban su morada en los templos, donde recibían ofrendas de los fieles, consistentes, entre otras cosas, en sacrificios de animales. Cada polis tenía sus propias divinidades, aunque el más importante de todos, considerado padre de la humanidad, fue Zeus.
En honor a las divinidades se celebraban fiestas y conmemoraciones. La más conocida de todas tenía lugar cada cuatro años en la ciudad de Olimpia, en homenaje a Zeus. En el transcurso de misma se celebraban competiciones deportivas, los Juegos Olímpicos, en las que participaban todas las ciudades del mundo griego. Mientras duraban se declaraba una tregua sagrada que interrumpía temporalmente todas las guerras que hubiese abiertas entre las polis.
Los dioses se dirigían a los hombres por medio de oráculos o respuestas expresadas a través de sacerdotes y sacerdotisas. El dios más consultado era Apolo, a quien se erigió un importante templo en la ciudad de Delfos.
Los griegos recurrían frecuentemente a las artes de adivinación, especialmente, cuando deseaban acometer una empresa importante para sus vidas.
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