La personalidad de Miguel hacia que cayera en una especie de optimismo ingenuo y una buena voluntad propias de un personaje de Juego de Tronos de esos que no pasan de los prólogos. Aunque él no fuera uno de esos políticos de carrera, creía que con buena voluntad se podrían arreglar los problemas de España. El que no fuera un intelectual sino un militar hizo que muchas veces sus soluciones fueran un tanto curiosas y generaran desconcierto entre partidarios y detractores
La dictadura de Primo de Rivera nunca tuvo la mala prensa que las dictaduras europeas posteriores. Esto es, probablemente, a que en vez de tener una actitud despótica tenía una paternalista. No se limitaba a reprimir, también ofrecía ventajas sociales para compensar los derechos políticos perdidos: puede que las elecciones no fueran libres, pero se mejoraron las infraestructuras por todo el país y se mejoró las condiciones laborales (entre otras muchas medidas). En los comités paritarios (un método sindical en el que se reunían patronos y obreros a negociar bajo el arbitraje del Estado) la patronal creyó que el dictador se ponía de parte del movimiento obrero demasiadas veces, lo que llevó a que lo acusaran de querer introducir el bolchevismo. ¡El padre del fundador de la Falange acusado de ser un peligroso comunista!
Primo de Rivera, aunque miraba como una quinceañera a Mussolini, careció de la crueldad. Él prefería una mesiánica visión de sí mismo, su destino era el de sacar a España de su atraso y su corrupción política con la sinceridad, laboriosidad y buena voluntad que él traía. El éxito (vamos a considerar éxito el que no se lo cargaran violentamente antes de tiempo) de la dictadura tuvo mucho que ver con la personalidad afable del dictador.
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